martes, 2 de junio de 2009
LOS ESCRIBAS
En la Grecia Clásica ser escriba era una profesión que, a diferencia de lo que ocurría en Egipto y en la Mesopotamia, no otorgaba categoría social ni privilegio alguno. Se consideraba como una habilidad más, prestada como un servicio. Pero su trabajo constituía un oficio importante con no escasa educación y eran retribuidos por el número de líneas, probablemente calculadas por término medio, o según la clase de manuscrito. Cuando el escriba terminaba de su trabajo seguía la corrección del texto, bien hecha por él mismo o bien por un corrector, que enmendaba los errores del escriba e incluso escribía al margen observaciones críticas para la interpretación del texto (asteriscos y otros) llamaba la atención acerca de su peculiaridades estilísticas.
También poseían cargos administrativos y económicos, un ejemplo de ello fue su control en la economía en la civilización micénica, donde anotaban las entradas y salidas de productos, repartían los trabajos y se encargaban de la distribución de las raciones.
En realidad, no sabemos nada ni de la formación ni de la situación social de los escribas, aunque, al parecer, no les correspondió el poder político y religioso ni tuvieron la formación literaria de los escribas de esos otros pueblos. Quizás fueron simples amanuenses (Escribiente, persona que se dedica profesionalmente a escribir a mano, al dictado o copiando), contables de los bienes del palacio o públicos.
Entre los griegos, los escribas también empezaron como copistas (en griego, grammateus) y se convirtieron en comentaristas de la Ley (en griego, nomodidaskalos).
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